No fue un día cualquiera, ni una boda cualquiera, hasta yo tenía ganas de que llegase ese 19 de Septiembre. Empecé visitando a Sergio, de él puedo decir que es una persona que le encanta el deporte y que con esfuerzo ha conseguido trabajar en lo que le apasiona, cauto y perseverante, amigo de sus amigos y muy familiar. También puedo decir que me sorprendió lo fácil que me hizo hacer mi trabajo, él y toda su familia, una casa humilde donde la unión estaba presente en cada rincón de ese hogar.

 Más tarde estuve con Ana, de ella puedo decir mil adjetivos y os aseguro que ninguno sería malo, es inteligente, sencilla, elegante, un encanto que no todo el mundo tiene. Por supuesto amiga de sus amigos, preocupándose de todos aquellos que le rodean y la quieren. Preciosa, radiante, espectacular, así la vi y así me lo demostró, porque creo que hay pocas novias que disfrutan de ese día y ella supo disfrutarlo desde el minuto uno rodeada de toda su familia, hermanas, sobrinos… En fin no faltó nadie, porque no querían perderse la felicidad de ellos dos. Su tío fue quien la acompañó hasta la iglesia y su madre fue quien la llevo al altar, una iglesia donde los detalles apremiaban y con una iglesia repleta de gente, donde nadie quería perderse ese momento, ese     SI QUIERO.

Luna llena, a la orilla de la playa, una temperatura idónea con un coctel de miedo, unos globos alumbrando todo el cielo, un momento para el recuerdo. La decoración y la organización hicieron una velada perfecta, creo que para un día así no se puede pedir más. El video que le dedicó Ana a Sergio contando desde donde y cuando empezó todo, poniendo su propia voz como protagonista, llegando a tocar la fibra sensible a cada uno de los presentes. Sergio sin embargo nos impresionó con una coreografía al lado de sus amigos, graciosa y divertida  que animó más aún la fiesta poniendo a todos en pie. Ana y sus compañeras de ballet también nos bailaron, derrochando el arte que llevan practicando durante tantos años. Hubo tiempo para todo pero ellos no se olvidaron de nadie, principalmente de sus padres que les dieron un detalle como recuerdo de aquel día. No sé ni a la hora en la que terminemos, sería tarde pero dio igual, porque nadie quería que acabase.  Disfruté y me emocioné, una boda con una celebración de cuento, un marido y una mujer muy especiales y unos invitados de lujo. Afortunado de conocerlos y contento de saber que van a estar toda la vida juntos y sin duda agradecerles que confiaran en mí y me dejaran hacer todo lo que imaginaba y sentía en cada momento, ellos me lo pusieron fácil y valoraron mi trabajo, ojalá y todos los dias me dieran la misma libertad y la misma confianza que vosotros depositasteis en mi…